"No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy.." Hechos 3:6
¿Es Jesús suficiente? Esa
es una pregunta que muchos cristianos necesitamos hacernos, porque por
momentos no perece que lo fuera. Muchos cristianos a pesar de tener
posesiones materiales; viven vidas descontentas y buscando siempre más y
más. Me pregunto ¿dependen estos creyentes de Jesús o de sus cosas? ¿En
que basan su contentamiento?
Si bien las Escrituras no
condenan tener riquezas, en tanto se mantengan las prioridades en orden.
Aquello que Dios no acepta es el amor al dinero, el amor a las cosas o
posesiones (1 Ti. 6:10). Si esto acontece las riquezas llegan a ser
nuestro amo y señor (Mt. 6:24). Cuando esto sucede debemos recordar que
el Señor Jesucristo - y no las riquezas - es quien nos sustenta.
El apóstol Pedro nos ayuda
con esto al relatar la historia del cojo que pedía limosna en la puerta
del templo en Jerusalén. Este hombre le pidió dinero a Pedro, pero el
apóstol le respondió: «No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy;
en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda» (Hechos 3:6).
El hombre que yacía a la puerta ese día pensó que el dinero era la
respuesta a sus problemas, pero Pedro le mostró que la respuesta era
Jesús, porque este hombre tenía una necesidad mayor. Y sigue siéndolo;
el Señor Jesucristo, sigue siendo siempre nuestra mayor necesidad, aun
cuando le conozcamos, solo Cristo puede satisfacer, nuestra
insatisfacción.
Para Pablo Cristo era su
satisfacción. Filipenses 4:12-13 describe la actitud del apóstol ante la
vida: «Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la
abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las
circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de
sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece»
(NVI). La comunión de Pablo con Dios estaba por encima de cuanto tuviera
y más allá de cuanto faltara. Su contentamiento no dependía de las
circunstancias, sino de su relación con Cristo.
El apóstol nos recuerda
que el contentamiento no se produce de la noche a la mañana. Es algo que
se aprende. A medida que nuestra relación con Dios se desarrolla, con
el tiempo y las experiencias, aprendemos a confiar más en Él y menos en
nosotros. Pablo sabía que Cristo le daría fuerzas para perseverar en
toda situación en que se encontrara (v. 13). Cualesquiera
que sean las circunstancias que enfrentes hoy, mediante la oración
podrás recibir la fortaleza necesaria para estar contento y satisfecho
en Cristo, quien realmente te sustenta.
Reflexión: Nuestras mayores riquezas y nuestra mayor satisfacción la encontramos solo en Cristo.
Autor: Editores de Nuestro Pan Diario
-Vivir con valores equivocados (Mateo 6:1).
-Vivir egoístamente (Jeremías 5:28).
-Vivir pensando en mis necesidades (Filipenses 2:4).
-Vivir pensando solo en recibir, sin ser generoso (1 Ti. 6:18).
-Vivir en la inmadurez (He. 5:12).
No hay comentarios:
Publicar un comentario