RICARDO e Irma se habían
comprometido en matrimonio. Como estudiantes universitarios, tuvieron la oportunidad
de participar del programa
"Conversaciones Prematrimoniales", impartido por una
pareja de profesores, especialistas en esta rama del saber.
Cuando supieron que el programa consistía en diez sesiones
semanales de dos horas cada una, además de lecturas, ejercicios y
actividades varias, preguntaron sorprendidos:
"¿Hay tanto que hablar en
cuanto a la preparación para el matrimonio? ¿No se puede cubrir
todo en una charla de dos horas?" A medida que el programa
avanzaba, descubrían que la preparación abarcaba muchísimo
más de lo que ellos sospechaban.
1. La preparación para el
matrimonio comprende una definición clara de las expectativas
que cada uno tiene en cuanto a los papeles que desempeñarán en
el matrimonio. A pesar de los estereotipos que a menudo establece
la sociedad, hay frecuentemente mucha confusión en cuanto a este
asunto. Escuché del caso de una pareja que tenía grandes
problemas porque la esposa creía que era responsabilidad del
esposo sacar la basura, mientras él creía que eso era trabajo
de mujeres.
Aunque en algunos países ocurre a
menudo que el hombre percibe que su palabra debe ser ley y que la
esposa no tiene derecho a expresar sus opiniones, lo cual
constituye una actitud extremista que debe evitarse, lo ideal es
que el esposo tome posición de liderato en el hogar. La Biblia
le atribuye el papel de cabeza de su esposa. Deben recordar, sin
embargo, que esto es cuestión de funciones. La esposa debe
someterse a su marido en el sentido de que debe facilitarle el
derecho de tomar la iniciativa de asumir la dirección del hogar.
Pero a la vez, nunca debe el hombre suponer que la posición de
sumisión de la mujer la hace por eso inferior. Al contrario,
dará a su esposa amplia participación en las decisiones que se
tomen.
En todo caso vale la pena explorar
a fondo los puntos de vista que ambos tienen respecto a esta
cuestión. Si tienen un entendimiento claro de sus expectativas y
si aceptan plenamente la opinión del otro, será más fácil
lograr el ajuste necesario en la relación matrimonial.
2. La preparación para el
matrimonio abarca aprender a comunicarse efectivamente. Los
matrimonios felices tienen la habilidad de hablar de cualquier
tema sin sentirse amenazados emocionalmente. Han desarrollado la
capacidad de escuchar atentamente los mensajes verbales y los
mensajes no verbales del cónyuge. Tienen tacto, prudencia y
discreción en su comunicación. Han aprendido a es coger el
momento apropiado para comunicarse. Son honestos sin ser crueles
ni sarcásticos. Tienen gran consideración hacia los
sentimientos del otro y le dan a la comunicación un matiz
eminentemente positivo.
Los esposos maduros reconocen el
derecho de la otra persona de tener opiniones que no estén
necesariamente de acuerdo con las suyas. Reconocen también que
el compañero puede a veces estar indispuesto o aun de mal humor.
Con consideración y tacto deberán hacer frente a situaciones
como esas, sin dejar que las mismas engendren en ellos
sentimientos de hostilidad, rencor u odio.
3. La preparación para el
matrimonio incluye desarrollar buenas relaciones con los
parientes políticos. Muchos matrimonios tienen serios problemas
porque no han sabido manejar las relaciones con ellos en forma
prudente y atinada. Con frecuencia se ha caracterizado a la
suegra con las más sombrías particularidades. Pero muchos
sinsabores podrían evitarse si los yernos y las nueras
recordaran que la suegra es la madre de la persona a quien
escogieron por amor como a su más cara mitad. Y claro que
ayudaría mucho también si los padres del cónyuge adoptaran la
actitud que tuvo una suegra muy querida, quien cuando se le
preguntó si no sentía tristeza al perder a su hija única que
estaba por casarse, respondió: "iDe ninguna manera! ¡No
estoy perdiendo a mi hija! ¡Al contrario, estoy ganando un
hijo!". Judson y Mary Lan dis, especialistas en este tema, han sugerido
que los novios no piensen en qué calidad de parientes políticos
adquirirán, sino más bien procuren responder a la pregunta:
"¿Qué clase de pariente
político soy yo?" ¿Hay sentimientos o actitudes inmaduros
hacia sus futuros parientes políticos, que puedan estorbar la
relación? ¿Está usted considerando las preferencias y deseos
de ambas familias al planear la boda? ¿Procura generalmente ver
las mejores cualidades de sus futuros parientes y habla de ellos
con sus familiares y amigos? ¿Considera que sus futuros
parientes son sus amigos? ¿Calcula que le será fácil hablar de
nuestra familia, en vez de tu familia y mi familia? ¿Ha dado
usted a sus futuros parientes la oportunidad de conocerle
verdaderamente y les conoce usted a ellos? Como pareja, ¿pueden
ustedes comunicarse libremente con sus familias sin perder la
independencia que les permita tomar sus propias decisiones como
unidad familiar separada?
Cuando surgen dificultades en el
trato con los parientes políticos, las siguientes sugerencias
que los esposos Landis brindan pueden ser muy valiosas. Trátelos
con la misma consideración y el mismo respeto que da a sus
amigos. Cuando dan algún consejo sígalo si es bueno;
agradézcalo e ignórelo si no lo es. Cuando dan la impresión de
estar demasiado preocupados por sus asuntos, procure reconocer
que tienen un sincero interés en su bienestar más bien que un
deseo de intervenir en su vida. Procure ver los asuntos positivos
que hay en ellos.
Cuando los visita, hágalo en
forma razonablemente corta, y sea tan considerado, cortés y
cooperador como seria si estuviera de visita en casa de amigos.
Acéptelos como son; recuerde que hay cosas en usted que tal vez
ellos querrían que fueran diferentes. Tome en cuenta que las
suegras vivieron muy cerca de sus hijos antes que ellos se
casaran; deles tiempo para encontrar nuevos intereses.
Confíe en que está asociándose
con una buena familia, y tenga una actitud positiva que le
permita disfrutar de esta nueva relación. Deles consejo sólo
si se lo piden, y hágalo con cordura. Nunca discuta las faltas
de su cónyuge con otros miembros de la familia. No presente a su
propia familia como modelo. Recuerde, finalmente, que se
requieren dos personas para crear un problema; nunca una sola
puede llevar la culpa.
4. La preparación para el
matrimonio exige consideraciones financieras. Con frecuencia se
hacen preparativos económicos para la boda pero no para el
matrimonio. Es cierto que hay que pensar en los gastos de la
boda. Pero es mil veces mejor tener una boda muy sencilla, que
sacrificar la seguridad económica del matrimonio a expensas de
gastos excesivos en torno a la fiesta de casamiento.
Al pensar en las finanzas del
matrimonio, los jóvenes cristianos harán muy bien en darle a
Dios el primer lugar. Si se hacen el propósito fiel de apartar
desde el principio una porción de sus entradas regulares para la
obra de la iglesia, pueden contar con prosperidad y con la
bendición de Dios.
Claro que la bendición de Dios no
es un resultado automático de la entrega del diezmo y de las
ofrendas a la iglesia. Hay otros principios financieros que
también deben practicarse a fin de que el hogar sea mantenido
sobre buenas bases.
Es importante que desde el
principio de la vida matrimonial los esposos se hagan el firme
propósito de utilizar sus recursos según planes definidos. Esto
exige la elaboración de un presupuesto que les sirva de guía
para los gastos. El presupuesto debe estar basado en las entradas
de la familia. Es buena norma proponerse vivir según las
entradas, aunque esto represente sacrificio.
Las deudas, las tarjetas de
crédito, las compras a plazo y los préstamos pueden ser una
enorme maldición si se descuidan. No hay duda de que habrá
ocasiones en que será necesario echar mano de estos recursos,
pero hay que hacerlo con enorme cautela, asegurándose de que los
compromisos nunca excedan a las posibilidades. Es importante
tener una clara definición de prioridades y un buen
entendimiento de lo que como familia considerarán indispensable,
necesario, útil, deseable o sobrante.
Antes de casarse, los
comprometidos deben estar de acuerdo en cuanto a si la esposa
trabajará fuera de casa o no. Si lo hará, deberán llegar a un
entendimiento claro en cuanto a si dependerán de esa entrada
adicional para terminar de cubrir los gastos del hogar; si la
utilizarán como un suplemento para proyectos especiales o si la
considerarán como recursos pertenecientes exclusivamente a ella.
Vale la pena ahorrar. El ahorro es
una fuente valiosa de bienes para las emergencias. La educación
de los futuros hijos, en un tiempo cuando es tan costosa, puede garantizarse en gran medida por medio de un plan definido de
ahorro. Alguien ha sugerido que después de haber hecho las
deducciones por concepto de contribuciones a la iglesia e
impuestos, se debe apartar religiosamente un 10% de lo que queda
para ahorros. Esta práctica sin duda alguna producirá
incalculables beneficios.
5. La preparación para el
matrimonio implica conocimiento del significado y procedimientos
de la vida sexual. La reproducción no es la única función del
sexo. La relación sexual en el matrimonio es eminentemente una
expresión de amor. Realizada según los propósitos de Dios,
contribuirá al compañerismo, la comunicación, la intimidad, el
gozo y la felicidad de la pareja.
El acto sexual, para que sea lo
que debe ser; no es un mero acto físico. Debe involucrar a la
persona total. Implica entrega total, dedicación total y
fidelidad total.
Nos limitaremos a mencionar
solamente algunos aspectos sobresalientes.
La luna de miel es un periodo
particularmente preciso para poner las bases de un ajuste sexual
satisfactorio; por lo tanto, conviene hacer las provisiones
necesarias a fin de facilitar este ideal. Vale la pena escoger un
lugar donde puedan estar completamente solos y en el cual la
intimidad no sea entorpecida por la cercanía de personas
conocidas. Se debe planear el viaje de boda de tal manera que
evite fatigarse en demasía. Particularmente hay que cuidarse del
agotamiento excesivo durante el día del casamiento. En relación
con esto llama la atención que muchos novios planean contraer
nupcias en las horas de la noche. Parecen pensar únicamente en
la elegancia que se le atribuye a una boda nocturna.
Afortunadamente muchos recién casados eligen deliberadamente
postergar sus primeras experiencias sexuales por un día, cuando
en el de su casamiento están muy cansados al llegar al hotel.
Tal vez las bodas celebradas en las horas diurnas harían tal
posposición innecesaria.
El novio debe asegurarse de hacer
con anticipación las reservaciones de hotel a fin de evitar
tensiones, nerviosismo y chasco a último momento. Al planear el
periodo de luna de miel, deben procurar disponer de una semana
aproximadamente. También es bueno trazar planes para que el
programa de esos días no esté demasiado cargado de actividades.
Más bien procuren disponer de abundante tiempo libre para dormir
y llevar un ritmo de vida más lento que el normal. Los recién
casados necesitan ir a la cama temprano y levantarse tarde.
Es importante que los
comprometidos conozcan la anatomía y la fisiología de los
órganos sexuales masculinos y femeninos. Deben reconocer que por
mucho conocimiento que tengan, el matrimonio será una escuela
constante que brindará a lo largo de los años nuevas aventuras
y mayores emociones.
Deben tomar en cuenta el hecho de
que general mente la mujer es mucho más lenta que el hombre para
responder a la estimulación sexual. Eso demandará de parte de
él paciencia, dominio propio, abnegación y la disposición de
dedicarle tiempo a la relación sexual. Despójense de la falsa
modestia que les impida comunicarse con amplitud y libertad. Y
especialmente, despréndanse de todo egoísmo que les impida
buscar la felicidad y el goce pleno del otro más que el propio.
Vale la pena someterse a un examen
médico prenupcial. El facultativo considerará la historia de
ambos y buscará descubrir si hay posibles problemas
hereditarios. Un examen físico general, con énfasis particular
en la región pélvica, puede ser de gran utilidad. El examen de
laboratorio para detectar la existencia de enfermedades
venéreas es de gran importancia. El médico indicará si hay
otros exámenes que con venga hacer.
Toda pareja comprometida debe leer
alguna buena obra sobre la vida sexual en el matrimonio. De ser
posible, harán bien en buscar la orientación de algún experto
en hogar y sentirse en plena libertad de preguntar todo lo que no
entienden claramente. Es preferible hablar con una pareja de
consejeros y reservar un tiempo para que el joven pueda hablar
con el esposo y la joven con la esposa.
6. La preparación para el
matrimonio requiere planificación responsable de la paternidad.
En la mayoría de los casos, los novios descubren relativamente pronto sus preferencias en cuanto al número de
hijos que desean tener, y no siempre coinciden. A medida que se
aproxima la boda es importante tomar decisiones también en
cuanto al tiempo en que desearían tenerlos.
Antes de traer hijos al mundo, los
esposos deben asegurarse de que han alcanzado entre ellos un
grado aceptable de ajuste social, emocional y sexual. Las
complicaciones de la gestación y el parto muchas veces impiden
que lo logren si no lo han conseguido antes del primer embarazo.
Puede ser necesario utilizar
algún método anticonceptivo durante un tiempo después de la
boda. El consejo del médico será muy valioso en este asunto.
Hay anticonceptivos que deben comenzar a utilizarse antes de la
boda. Por eso conviene visitar al facultativo por lo menos antes
de la menstruación anterior a la fecha del casamiento.
Es muy importante que estén
preparados financieramente para la paternidad. La noción de que
los hijos traen un pedazo de pan bajo el brazo no pasa de ser
ilusoria y romántica. Hay que hacer planes cuidadosos para
asegurar alimento, abrigo y educación para los retoños. Que al
llegar a la vejez puedan los padres contemplar con satisfacción
el fruto de su planificación prudente y esfuerzos generosos.
7. La preparación para el
matrimonio demanda hacer planes para el cultivo de la vida
espiritual. La boda religiosa es un importante aspecto para un
buen comienzo de la vida de casados. Recibir la bendición al
comenzar la aventura matrimonial le dará a la pareja un sentido
de seguridad y satisfacción. La costumbre de celebrar cada
mañana y cada tarde un culto familiar dedicado al Todopoderoso
será como hacer del hogar un altar en su honor. Si desde la
noche de boda los contrayentes realizan este acto de adoración,
será más fácil formar el hábito de hacerlo diariamente.
El culto familiar es un acto
religioso sencillo. Básicamente comprende leer o estudiar las
Santas Escrituras y orar a Dios agradeciéndole por sus bondades
y pidiéndole sus bendiciones. Aunque sencillo, el culto no tiene
que ser rutinario. Si cada miembro de la familia participa, si se
adaptan a las circunstancias y a las necesidades de los
componentes del hogar, y si se procura hacerlos variados, los
cultos serán una experiencia altamente significativa para cada
uno de los participantes. En cuanto a variedad conviene hacer
notar que hay mil y una maneras de lograrlo. Si se lo matiza con
música, poesía, dramatización de incidentes bíblicos, estudio
de problemas reales del grupo familiar, el culto será una
verdadera bendición.
La celebración diaria del culto
hogareño no debe sustituir la relación personal de cada
componente del núcleo familiar con Dios. El esposo y la esposa,
y posteriormente los hijos, necesitan dedicar tiempo, en forma
individual, para conocer a Dios y su voluntad revelada en las
páginas de la Santa Biblia. Deben cultivar una amistad personal
con el Señor mediante la oración. Cuando cada uno esté cerca
de Dios, será más fácil que estén cerca los unos de los
otros. Cristo es un imán que atrae hacia él a todos aquellos
que se lo permiten. El es el centro de atracción donde todos se
encuentran y forman un núcleo armonioso y feliz. Cuando el hogar
lo tiene a él de fundamento, la dicha conyugal y familiar queda
asegurada.
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