sábado, 1 de septiembre de 2012

CÓMO PREPARARSE PARA UN MATRIMONIO FELIZ

RICARDO e Irma se habían comprometido en matrimonio. Como estudiantes universitarios, tuvieron la oportunidad de participar del programa "Conversaciones Prematrimoniales", impartido por una pareja de profesores, especialistas en esta rama del saber. Cuando supieron que el programa consistía en diez sesiones semanales de dos horas cada una, además de lecturas, ejercicios y actividades varias, preguntaron sorprendidos:
"¿Hay tanto que hablar en cuanto a la preparación para el matrimonio? ¿No se puede cubrir todo en una charla de dos horas?" A medida que el programa avanzaba, descubrían que la preparación abarcaba muchísimo más de lo que ellos sospechaban.
1. La preparación para el matrimonio comprende una definición clara de las expectativas que cada uno tiene en cuanto a los papeles que desempeñarán en el matrimonio. A pesar de los estereotipos que a menudo establece la sociedad, hay frecuentemente mucha confusión en cuanto a este asunto. Escuché del caso de una pareja que tenía grandes problemas porque la esposa creía que era responsabilidad del esposo sacar la basura, mientras él creía que eso era trabajo de mujeres.
Aunque en algunos países ocurre a menudo que el hombre percibe que su palabra debe ser ley y que la esposa no tiene derecho a expresar sus opiniones, lo cual constituye una actitud extremista que debe evitarse, lo ideal es que el esposo tome posición de liderato en el hogar. La Biblia le atribuye el papel de cabeza de su esposa. Deben recordar, sin embargo, que esto es cuestión de funciones. La esposa debe someterse a su marido en el sentido de que debe facilitarle el derecho de tomar la iniciativa de asumir la dirección del hogar. Pero a la vez, nunca debe el hombre suponer que la posición de sumisión de la mujer la hace por eso inferior. Al contrario, dará a su esposa amplia participación en las decisiones que se tomen.
En todo caso vale la pena explorar a fondo los puntos de vista que ambos tienen respecto a esta cuestión. Si tienen un entendimiento claro de sus expectativas y si aceptan plenamente la opinión del otro, será más fácil lograr el ajuste necesario en la relación matrimonial.
2. La preparación para el matrimonio abarca aprender a comunicarse efectivamente. Los matrimonios felices tienen la habilidad de hablar de cualquier tema sin sentirse amenazados emocionalmente. Han desarrollado la capacidad de escuchar atentamente los mensajes verbales y los mensajes no verbales del cónyuge. Tienen tacto, prudencia y discreción en su comunicación. Han aprendido a es coger el momento apropiado para comunicarse. Son honestos sin ser crueles ni sarcásticos. Tienen gran consideración hacia los sentimientos del otro y le dan a la comunicación un matiz eminentemente positivo.
Los esposos maduros reconocen el derecho de la otra persona de tener opiniones que no estén necesariamente de acuerdo con las suyas. Reconocen también que el compañero puede a veces estar indispuesto o aun de mal humor. Con consideración y tacto deberán hacer frente a situaciones como esas, sin dejar que las mismas engendren en ellos sentimientos de hostilidad, rencor u odio.
3. La preparación para el matrimonio incluye desarrollar buenas relaciones con los parientes políticos. Muchos matrimonios tienen serios problemas porque no han sabido manejar las relaciones con ellos en forma prudente y atinada. Con frecuencia se ha caracterizado a la suegra con las más sombrías particularidades. Pero muchos sinsabores podrían evitarse si los yernos y las nueras recordaran que la suegra es la madre de la persona a quien escogieron por amor como a su más cara mitad. Y claro que ayudaría mucho también si los padres del cónyuge adoptaran la actitud que tuvo una suegra muy querida, quien cuando se le preguntó si no sentía tristeza al perder a su hija única que estaba por casarse, respondió: "iDe ninguna manera! ¡No estoy perdiendo a mi hija! ¡Al contrario, estoy ganando un hijo!". Judson y Mary Lan dis, especialistas en este tema, han sugerido que los novios no piensen en qué calidad de parientes políticos adquirirán, sino más bien procuren responder a la pregunta:
"¿Qué clase de pariente político soy yo?" ¿Hay sentimientos o actitudes inmaduros hacia sus futuros parientes políticos, que puedan estorbar la relación? ¿Está usted considerando las preferencias y deseos de ambas familias al planear la boda? ¿Procura generalmente ver las mejores cualidades de sus futuros parientes y habla de ellos con sus familiares y amigos? ¿Considera que sus futuros parientes son sus amigos? ¿Calcula que le será fácil hablar de nuestra familia, en vez de tu familia y mi familia? ¿Ha dado usted a sus futuros parientes la oportunidad de conocerle verdaderamente y les conoce usted a ellos? Como pareja, ¿pueden ustedes comunicarse libremente con sus familias sin perder la independencia que les permita tomar sus propias decisiones como unidad familiar separada?
Cuando surgen dificultades en el trato con los parientes políticos, las siguientes sugerencias que los esposos Landis brindan pueden ser muy valiosas. Trátelos con la misma consideración y el mismo respeto que da a sus amigos. Cuando dan algún consejo sígalo si es bueno; agradézcalo e ignórelo si no lo es. Cuando dan la impresión de estar demasiado preocupados por sus asuntos, procure reconocer que tienen un sincero interés en su bienestar más bien que un deseo de intervenir en su vida. Procure ver los asuntos positivos que hay en ellos.
Cuando los visita, hágalo en forma razonablemente corta, y sea tan considerado, cortés y cooperador como seria si estuviera de visita en casa de amigos. Acéptelos como son; recuerde que hay cosas en usted que tal vez ellos querrían que fueran diferentes. Tome en cuenta que las suegras vivieron muy cerca de sus hijos antes que ellos se casaran; deles tiempo para encontrar nuevos intereses.
Confíe en que está asociándose con una buena familia, y tenga una actitud positiva que le permita disfrutar de esta nueva relación. Deles consejo sólo si se lo piden, y hágalo con cordura. Nunca discuta las faltas de su cónyuge con otros miembros de la familia. No presente a su propia familia como modelo. Recuerde, finalmente, que se requieren dos personas para crear un problema; nunca una sola puede llevar la culpa.
4. La preparación para el matrimonio exige consideraciones financieras. Con frecuencia se hacen preparativos económicos para la boda pero no para el matrimonio. Es cierto que hay que pensar en los gastos de la boda. Pero es mil veces mejor tener una boda muy sencilla, que sacrificar la seguridad económica del matrimonio a expensas de gastos excesivos en torno a la fiesta de casamiento.
Al pensar en las finanzas del matrimonio, los jóvenes cristianos harán muy bien en darle a Dios el primer lugar. Si se hacen el propósito fiel de apartar desde el principio una porción de sus entradas regulares para la obra de la iglesia, pueden contar con prosperidad y con la bendición de Dios.
Claro que la bendición de Dios no es un resultado automático de la entrega del diezmo y de las ofrendas a la iglesia. Hay otros principios financieros que también deben practicarse a fin de que el hogar sea mantenido sobre buenas bases.
Es importante que desde el principio de la vida matrimonial los esposos se hagan el firme propósito de utilizar sus recursos según planes definidos. Esto exige la elaboración de un presupuesto que les sirva de guía para los gastos. El presupuesto debe estar basado en las entradas de la familia. Es buena norma proponerse vivir según las entradas, aunque esto represente sacrificio.
Las deudas, las tarjetas de crédito, las compras a plazo y los préstamos pueden ser una enorme maldición si se descuidan. No hay duda de que habrá ocasiones en que será necesario echar mano de estos recursos, pero hay que hacerlo con enorme cautela, asegurándose de que los compromisos nunca excedan a las posibilidades. Es importante tener una clara definición de prioridades y un buen entendimiento de lo que como familia considerarán indispensable, necesario, útil, deseable o sobrante.
Antes de casarse, los comprometidos deben estar de acuerdo en cuanto a si la esposa trabajará fuera de casa o no. Si lo hará, deberán llegar a un entendimiento claro en cuanto a si dependerán de esa entrada adicional para terminar de cubrir los gastos del hogar; si la utilizarán como un suplemento para proyectos especiales o si la considerarán como recursos pertenecientes exclusivamente a ella.
Vale la pena ahorrar. El ahorro es una fuente valiosa de bienes para las emergencias. La educación de los futuros hijos, en un tiempo cuando es tan costosa, puede garantizarse en gran medida por medio de un plan definido de ahorro. Alguien ha sugerido que después de haber hecho las deducciones por concepto de contribuciones a la iglesia e impuestos, se debe apartar religiosamente un 10% de lo que queda para ahorros. Esta práctica sin duda alguna producirá incalculables beneficios.
5. La preparación para el matrimonio implica conocimiento del significado y procedimientos de la vida sexual. La reproducción no es la única función del sexo. La relación sexual en el matrimonio es eminentemente una expresión de amor. Realizada según los propósitos de Dios, contribuirá al compañerismo, la comunicación, la intimidad, el gozo y la felicidad de la pareja.
El acto sexual, para que sea lo que debe ser; no es un mero acto físico. Debe involucrar a la persona total. Implica entrega total, dedicación total y fidelidad total.
Nos limitaremos a mencionar solamente algunos aspectos sobresalientes.
La luna de miel es un periodo particularmente preciso para poner las bases de un ajuste sexual satisfactorio; por lo tanto, conviene hacer las provisiones necesarias a fin de facilitar este ideal. Vale la pena escoger un lugar donde puedan estar completamente solos y en el cual la intimidad no sea entorpecida por la cercanía de personas conocidas. Se debe planear el viaje de boda de tal manera que evite fatigarse en demasía. Particularmente hay que cuidarse del agotamiento excesivo durante el día del casamiento. En relación con esto llama la atención que muchos novios planean contraer nupcias en las horas de la noche. Parecen pensar únicamente en la elegancia que se le atribuye a una boda nocturna. Afortunadamente muchos recién casados eligen deliberadamente postergar sus primeras experiencias sexuales por un día, cuando en el de su casamiento están muy cansados al llegar al hotel. Tal vez las bodas celebradas en las horas diurnas harían tal posposición innecesaria.
El novio debe asegurarse de hacer con anticipación las reservaciones de hotel a fin de evitar tensiones, nerviosismo y chasco a último momento. Al planear el periodo de luna de miel, deben procurar disponer de una semana aproximadamente. También es bueno trazar planes para que el programa de esos días no esté demasiado cargado de actividades. Más bien procuren disponer de abundante tiempo libre para dormir y llevar un ritmo de vida más lento que el normal. Los recién casados necesitan ir a la cama temprano y levantarse tarde.
Es importante que los comprometidos conozcan la anatomía y la fisiología de los órganos sexuales masculinos y femeninos. Deben reconocer que por mucho conocimiento que tengan, el matrimonio será una escuela constante que brindará a lo largo de los años nuevas aventuras y mayores emociones.
Deben tomar en cuenta el hecho de que general mente la mujer es mucho más lenta que el hombre para responder a la estimulación sexual. Eso demandará de parte de él paciencia, dominio propio, abnegación y la disposición de dedicarle tiempo a la relación sexual. Despójense de la falsa modestia que les impida comunicarse con amplitud y libertad. Y especialmente, despréndanse de todo egoísmo que les impida buscar la felicidad y el goce pleno del otro más que el propio.
Vale la pena someterse a un examen médico prenupcial. El facultativo considerará la historia de ambos y buscará descubrir si hay posibles problemas hereditarios. Un examen físico general, con énfasis particular en la región pélvica, puede ser de gran utilidad. El examen de laboratorio para detectar la existencia de enfermedades venéreas es de gran importancia. El médico indicará si hay otros exámenes que con venga hacer.
Toda pareja comprometida debe leer alguna buena obra sobre la vida sexual en el matrimonio. De ser posible, harán bien en buscar la orientación de algún experto en hogar y sentirse en plena libertad de preguntar todo lo que no entienden claramente. Es preferible hablar con una pareja de consejeros y reservar un tiempo para que el joven pueda hablar con el esposo y la joven con la esposa.
6. La preparación para el matrimonio requiere planificación responsable de la paternidad. En la mayoría de los casos, los novios descubren relativamente pronto sus preferencias en cuanto al número de hijos que desean tener, y no siempre coinciden. A medida que se aproxima la boda es importante tomar decisiones también en cuanto al tiempo en que desearían tenerlos.
Antes de traer hijos al mundo, los esposos deben asegurarse de que han alcanzado entre ellos un grado aceptable de ajuste social, emocional y sexual. Las complicaciones de la gestación y el parto muchas veces impiden que lo logren si no lo han conseguido antes del primer embarazo.
Puede ser necesario utilizar algún método anticonceptivo durante un tiempo después de la boda. El consejo del médico será muy valioso en este asunto. Hay anticonceptivos que deben comenzar a utilizarse antes de la boda. Por eso conviene visitar al facultativo por lo menos antes de la menstruación anterior a la fecha del casamiento.
Es muy importante que estén preparados financieramente para la paternidad. La noción de que los hijos traen un pedazo de pan bajo el brazo no pasa de ser ilusoria y romántica. Hay que hacer planes cuidadosos para asegurar alimento, abrigo y educación para los retoños. Que al llegar a la vejez puedan los padres contemplar con satisfacción el fruto de su planificación prudente y esfuerzos generosos.
7. La preparación para el matrimonio demanda hacer planes para el cultivo de la vida espiritual. La boda religiosa es un importante aspecto para un buen comienzo de la vida de casados. Recibir la bendición al comenzar la aventura matrimonial le dará a la pareja un sentido de seguridad y satisfacción. La costumbre de celebrar cada mañana y cada tarde un culto familiar dedicado al Todopoderoso será como hacer del hogar un altar en su honor. Si desde la noche de boda los contrayentes realizan este acto de adoración, será más fácil formar el hábito de hacerlo diariamente.
El culto familiar es un acto religioso sencillo. Básicamente comprende leer o estudiar las Santas Escrituras y orar a Dios agradeciéndole por sus bondades y pidiéndole sus bendiciones. Aunque sencillo, el culto no tiene que ser rutinario. Si cada miembro de la familia participa, si se adaptan a las circunstancias y a las necesidades de los componentes del hogar, y si se procura hacerlos variados, los cultos serán una experiencia altamente significativa para cada uno de los participantes. En cuanto a variedad conviene hacer notar que hay mil y una maneras de lograrlo. Si se lo matiza con música, poesía, dramatización de incidentes bíblicos, estudio de problemas reales del grupo familiar, el culto será una verdadera bendición.
La celebración diaria del culto hogareño no debe sustituir la relación personal de cada componente del núcleo familiar con Dios. El esposo y la esposa, y posteriormente los hijos, necesitan dedicar tiempo, en forma individual, para conocer a Dios y su voluntad revelada en las páginas de la Santa Biblia. Deben cultivar una amistad personal con el Señor mediante la oración. Cuando cada uno esté cerca de Dios, será más fácil que estén cerca los unos de los otros. Cristo es un imán que atrae hacia él a todos aquellos que se lo permiten. El es el centro de atracción donde todos se encuentran y forman un núcleo armonioso y feliz. Cuando el hogar lo tiene a él de fundamento, la dicha conyugal y familiar queda asegurada.

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